Enfermedad de Alzheimer
El Alzheimer es un trastorno neurológico progresivo que provoca atrofia cerebral y muerte de las células. Es una de las causas más comunes de demencia, causando un deterioro continuo en las capacidades cognitivas y conductuales, entre ellas, la capacidad para tomar decisiones y llevar a cabo tareas cotidianas. Generalmente, los pacientes empeoran de manera progresiva, presentando problemas de percepción, lenguaje y alteraciones emocionales a medida que la enfermedad avanza.
Este padecimiento se da con mayor frecuencia en personas de edad avanzada y con antecedentes familiares de Alzheimer. Por lo general, los primeros síntomas se manifiestan entre los 45 y 65 años, tanto en mujeres como en hombres. El deterioro, como se menciona con anterioridad, es progresivo e irreversible, se da en un periodo de ocho a doce años y se desarrolla en tres fases:
Primera fase. Aparición de los primeros síntomas:
- Inician los olvidos, pueden olvidar el lugar en donde han dejado algunos objetos y al ser conscientes de ello se producen sentimientos de angustia y frustración.
- Empiezan a perder facultades del vocabulario y se les puede dificultar construir frases con rapidez.
- Presentan dificultades para ejercer actividades que antes realizaban habitualmente, como conducir o cocinar, lo cual puede producir sentimientos de tristeza, inutilidad y depresión.
- Pueden desorientarse en tiempo y espacio, por lo que no deberán salir solos, ya que pueden extraviarse.
- Experimentan alteraciones en su personalidad, como irritabilidad, cambios de humor o desconfianza.
En esta primera fase, es importante que, la familia busque asistencia profesional, para que puedan comprender las necesidades del enfermo y procuren proveer los cuidados necesarios y adecuados para la persona. Existen fármacos que pueden ayudar a retrasar el deterioro, disminuir la depresión, la ansiedad, reducir la agitación y favorecer el descanso y sueño.
Segunda fase. Se agudizan los síntomas de la primera fase:
- Olvidan sucesos recientes.
- Empieza la agnosia, que implica no reconocer personas ni cosas, hasta el extremo de negar el parentesco.
- Pierden gran parte de su vocabulario y le resulta muy difícil expresar ideas de manera coherente.
- No pueden, ni deben ir solos a ningún sitio, ya que pueden desorientarse y perderse, percibiendo de manera errónea el espacio.
- Experimentan reacciones emocionales de ira, enojo, o sumisión y dependencia.
- Ocasionalmente pueden sufrir contracciones musculares, en forma de sacudida brusca, irregular e involuntaria.
En esta segunda fase, la familia debe tener la capacidad de adaptarse a los retos que implica el avance de la enfermedad: adecuar el espacio para que sea seguro, observar cambios en su cuerpo y estado de ánimo, ya que no podrá expresar con palabras si algo le causa dolor o incomodidad. Es de suma importancia cuidar la alimentación, que sea saludable, variada, rica en proteínas y abundantes líquidos. La persona necesitará ayuda para comer y beber, incluso para tratar de masticar los alimentos, lo cual requiere mucha paciencia y cuidados.
Tercera fase. Es la fase final, en la que los síntomas alcanzan su máxima alteración:
- La agnosia en este punto es extrema, de modo que el paciente no reconoce nada ni a nadie, a pesar de lo cual percibe a las personas que lo cuidan y quieren.
- Surge la afasia, lo que implica que no hablan ni comprenden lo que se les dice.
- Aparece la apraxia, lo que representa una inactividad casi total, les cuesta tragar alimentos, incluso de forma líquida.
- Pierden la capacidad de controlar esfínteres y pueden permanecer sentado o recostados la mayor parte del tiempo, mostrando apatía por lo que le rodea.
- Pierden totalmente la referencia espacial y temporal.
Lamentablemente, el pronóstico de esta enfermedad no es muy alentador, ya que progresará de forma permanente, representando incapacidad total de quien la padece. La muerte normalmente sucede en un lapso de 15 años a causa de insuficiencia de algún sistema corporal.
No existe cura para esta enfermedad, por lo tanto, los objetivos del tratamiento son:
- Disminuir el progreso y deterioro de la enfermedad.
- Controlar los problemas de comportamiento, confusión y agitación.
- Modificar el ambiente para que sea seguro e informarse acerca de todos los cuidados y síntomas que se pueden presentar, con el fin de atenderlos adecuadamente.
- Se pueden administrar fármacos, los cuales deben ser recetados y supervisados por un profesional especializado.
Debido al nivel de deterioro que sufrirá el paciente y de cuidados que necesitará, es recomendable contemplar la idea de una residencia hospitalaria permanente, ya que la persona podrá recibir todos los cuidados y atenciones que necesita, y así la familia podrá tener mayor tranquilidad.
Hospital Psiquiátrico Santa Clara, cuenta con el programa de residencia permanente y cuidado integral para pacientes que padecen Alzheimer. Se brinda atención, supervisión y cuidados las 24 horas del día, con el fin de proveer a su ser querido una mejor calidad de vida en cada etapa de su enfermedad.
Por Estefany Santa Cruz
Psicóloga Clínica